El 12 de junio (según el calendario antiguo: es decir, el 24 de junio) Napoleón mandó a cruzar el rio Niemen hacia la ribera rusa. En unos 5 meses susederá la tragedia del rio Bereziná, cuyo nombre hasta hoy en día es sinónimo de la palabra "catástrofe" en francés.
De hecho la invasión no fue solamente una empresa del ejército francés, sino de toda Europa (como suele pasar). En el territorio ruso se presentaron los agresores de Francia (el 52% de gran ejército, holandeses y belgas incluidos), de Polonia (el 17,5%), de Alemania (el 13%), de Italia (el 9,6%) y de Prusia (el 3,5%) sin hablar de los croatas (el 0,6%), suizos (el 2,1%) y españoles (el 1%) con los portugueses (0,35%), movilizados a la fuerza. Hay que subrayar que España al mismo tiempo ayudó a Rusia con su movimiento de partisanos contra Francia.
La historia de esta guerra es bastante conocida en el mundo gracias a la obra maestra de León Tolstoi.
Por eso me limito a mencionar unos hechos interesantes:
Napoleón se alojó en los aposentos del zar Alejandro I (en el lugar donde se hallaba el palacio zarista de los tiempos de Alejandro I, hoy día se encuentra el Gran Palacio del Kremlin, construido ya en el reinado de Nicolás I, hermano de Alejandro I).
Entonces por unos 30 días Napoleón manejó el Imperio Francés desde el Kremlin ruso. Pero su principal trabajo en el Kremlin fue escribir cartas a Alejandro I, en las que le pedía firmar la paz (claro, que nunca recibió la respuesta).
Unos historiadores creen que en calidad de última medida de presión al zar, Napoleón tuvo la idea de liberar a los campesinos (siervos). Por ejemplo, se dice que Napoleón tuvo la intención de buscar en el archivo de Moscú la información sobre la rebelión de Pugachév, también pidió redactar el manifiesto de parte de los campesinos. Escribió, que sería muy efectivo, que Rusia fuera sometida a la rebelión campesina. Asimismo Napoleón estudiaba el plan de levantar movimientos separatistas en la periferia de Rusia. Como se puede notar, la estrategia de Hitler en ciertos momentos corresponderá a los planes no realizados de Napoleón, porque el emperador francés renunció a ellos por sus altos riesgos (de no lograr manejar la situación en el contexto de la rebelión total). Todo esto pasaba en la cabeza de Napoleón cuando estaba en el palacio del Kremlin.
Mientras tanto, el ejército se alojó donde quiso en el territorio del Kremlin (que hoy día es patrimonio de la humanidad) y de Moscú.
El Kremlin y el mismo Moscú resultaron más afectados por el pillaje de los franceses que por el fuego. Las iglesias por todos lados quedaron profanadas. Las convirtieron en las caballerizas, cuarteles y carnicerías. Así, en la catedral de la Asunsión del Kremlin se organizó una caballeriza, en la de San Miguel Arcángel – la cocina de campaña y vinatería. La iglesia de la Colocación del Manto se salvó milagrosamente por que en sus muros se alojó un general francés, que al parecer tenía muchos escrúpulos. Pero en general se fundió todo: los cubiertos de plata y de oro, linternas, candelabros, tapas de relicarios, etc.
Los que más sufrieron a manos de los franceses, entre los pocos rusos que quedaban en Moscú, fueron los monjes y sacerdotes. Los torturaron para descubrir, donde escondían los objetos de culto de gran valor (no por su valor artístico e histórico, sino por el material de oro y plata). Los ateos franceses de broma desnudaron a los monjes y los echaron al rio y por supuesto muchos de ellos se ahogaron. ¡Qué broma tan graciosa! Tampoco se apiadaron los franceses de las monjas.
Se dice, que al haber escuchado una leyenda antigua, según la cual el zar Fiodor Ioánovich había instalado en la cúpula principal de la catedral de la Anunciación una cruz hecha de puro oro, Napoleón trató de encontrarla, pero la confundió con la cruz del campanario de Iván el Grande.
Ni los técnicos franceses, ni sus ingenieros pudieron quitarla del campanario, hasta que se ofreció un mujik (un hombre ruso), que trepó al campanario y bajó la cruz con una cuerda. Cuando el mujik vino a pedirle a Napoleón su dinero el emperador francés lo mandó a fusilar por haber traicionado a su patria.
No se sabe si esta historia es verdad o no, pero lo que si es cierto, es que los franceses hizieron volar los anexos del campanario de Iván el Grande. También destruyeron las torres Vodovzvodnaya y Nikólskaya del Kremlin. Mientras el gran ejército se retiraba de la ciudad, los franceses también quisieron dinomitar el convento Novodévichi, pero las monjas lograron apagar los cordones detonantes y salvaron su refugio.
La dimensión de Moscú a través de la guerra napoleónica es muy interesante y se puede hablar mucho, o en su defecto, ofrecer una excursión especial. En cualquier caso, el relato sobre esta guerra termina siempre con una conclusión, que de unos 600 mil hombres que salieron de Europa hacia Rusia, solo 30 mil regresaron vivos (el 5% del ejército).
Un museo de Moscú está totalmente dedicado a la guerra contra Napoleón – es el museo-panorama de la Batalla de Borodinó.
Hay que agregar que los franceses siempre son bienvenidos a Rusia. Que vengan y miren sus cañones que decoran el Arsenal del Kremlin junto con los cañones rusos. Es curioso que los cañones franceses se llaman chulona, gorda, coqueta, mientras los rusos tienen tales nombres como oso, lobo, etc. Yo quiero subrayar que nos encanta cultura francesa, sus mujeres lindas y siempre vestidas a la última moda (la moda también es un invento de los franceses). Usamos los carros Renault, etc. Pero que no vengan a matarnos.
Ese es el único problema que tenemos con los franceses.
Durante la Segunda Guerra Mundial en el frente oriental murieron más franceses, que entre las filas del movimiento de la Resistencia. Las tropas alemanas, que marchaban hacia Moscú en 1941, fueron compuestas por 4 batallones franceses y cerca de Borodinó, el mariscal de campo alemán von Kluge les arengó, recordándoles que en los tiempos de Napoleón los franceses y los alemanes lucharon aquí juntos contra los rusos. Al día siguiente los franceses se lanzaron al combate, pero no lograron resistir ni un solo contraataque ruso y fueron derrotados completamente. Los que quedaron vivos, fueron retirados por los alemanes al Occidente.
Espero, que los ataques franceses jamás se repitan, a menos que se trate de ataques de amor.
De hecho la invasión no fue solamente una empresa del ejército francés, sino de toda Europa (como suele pasar). En el territorio ruso se presentaron los agresores de Francia (el 52% de gran ejército, holandeses y belgas incluidos), de Polonia (el 17,5%), de Alemania (el 13%), de Italia (el 9,6%) y de Prusia (el 3,5%) sin hablar de los croatas (el 0,6%), suizos (el 2,1%) y españoles (el 1%) con los portugueses (0,35%), movilizados a la fuerza. Hay que subrayar que España al mismo tiempo ayudó a Rusia con su movimiento de partisanos contra Francia.
La historia de esta guerra es bastante conocida en el mundo gracias a la obra maestra de León Tolstoi.
Por eso me limito a mencionar unos hechos interesantes:
Napoleón se alojó en los aposentos del zar Alejandro I (en el lugar donde se hallaba el palacio zarista de los tiempos de Alejandro I, hoy día se encuentra el Gran Palacio del Kremlin, construido ya en el reinado de Nicolás I, hermano de Alejandro I).
Entonces por unos 30 días Napoleón manejó el Imperio Francés desde el Kremlin ruso. Pero su principal trabajo en el Kremlin fue escribir cartas a Alejandro I, en las que le pedía firmar la paz (claro, que nunca recibió la respuesta).
Unos historiadores creen que en calidad de última medida de presión al zar, Napoleón tuvo la idea de liberar a los campesinos (siervos). Por ejemplo, se dice que Napoleón tuvo la intención de buscar en el archivo de Moscú la información sobre la rebelión de Pugachév, también pidió redactar el manifiesto de parte de los campesinos. Escribió, que sería muy efectivo, que Rusia fuera sometida a la rebelión campesina. Asimismo Napoleón estudiaba el plan de levantar movimientos separatistas en la periferia de Rusia. Como se puede notar, la estrategia de Hitler en ciertos momentos corresponderá a los planes no realizados de Napoleón, porque el emperador francés renunció a ellos por sus altos riesgos (de no lograr manejar la situación en el contexto de la rebelión total). Todo esto pasaba en la cabeza de Napoleón cuando estaba en el palacio del Kremlin.
Mientras tanto, el ejército se alojó donde quiso en el territorio del Kremlin (que hoy día es patrimonio de la humanidad) y de Moscú.
El Kremlin y el mismo Moscú resultaron más afectados por el pillaje de los franceses que por el fuego. Las iglesias por todos lados quedaron profanadas. Las convirtieron en las caballerizas, cuarteles y carnicerías. Así, en la catedral de la Asunsión del Kremlin se organizó una caballeriza, en la de San Miguel Arcángel – la cocina de campaña y vinatería. La iglesia de la Colocación del Manto se salvó milagrosamente por que en sus muros se alojó un general francés, que al parecer tenía muchos escrúpulos. Pero en general se fundió todo: los cubiertos de plata y de oro, linternas, candelabros, tapas de relicarios, etc.
Los que más sufrieron a manos de los franceses, entre los pocos rusos que quedaban en Moscú, fueron los monjes y sacerdotes. Los torturaron para descubrir, donde escondían los objetos de culto de gran valor (no por su valor artístico e histórico, sino por el material de oro y plata). Los ateos franceses de broma desnudaron a los monjes y los echaron al rio y por supuesto muchos de ellos se ahogaron. ¡Qué broma tan graciosa! Tampoco se apiadaron los franceses de las monjas.
Se dice, que al haber escuchado una leyenda antigua, según la cual el zar Fiodor Ioánovich había instalado en la cúpula principal de la catedral de la Anunciación una cruz hecha de puro oro, Napoleón trató de encontrarla, pero la confundió con la cruz del campanario de Iván el Grande.
Ni los técnicos franceses, ni sus ingenieros pudieron quitarla del campanario, hasta que se ofreció un mujik (un hombre ruso), que trepó al campanario y bajó la cruz con una cuerda. Cuando el mujik vino a pedirle a Napoleón su dinero el emperador francés lo mandó a fusilar por haber traicionado a su patria.
No se sabe si esta historia es verdad o no, pero lo que si es cierto, es que los franceses hizieron volar los anexos del campanario de Iván el Grande. También destruyeron las torres Vodovzvodnaya y Nikólskaya del Kremlin. Mientras el gran ejército se retiraba de la ciudad, los franceses también quisieron dinomitar el convento Novodévichi, pero las monjas lograron apagar los cordones detonantes y salvaron su refugio.
La dimensión de Moscú a través de la guerra napoleónica es muy interesante y se puede hablar mucho, o en su defecto, ofrecer una excursión especial. En cualquier caso, el relato sobre esta guerra termina siempre con una conclusión, que de unos 600 mil hombres que salieron de Europa hacia Rusia, solo 30 mil regresaron vivos (el 5% del ejército).
Un museo de Moscú está totalmente dedicado a la guerra contra Napoleón – es el museo-panorama de la Batalla de Borodinó.
Hay que agregar que los franceses siempre son bienvenidos a Rusia. Que vengan y miren sus cañones que decoran el Arsenal del Kremlin junto con los cañones rusos. Es curioso que los cañones franceses se llaman chulona, gorda, coqueta, mientras los rusos tienen tales nombres como oso, lobo, etc. Yo quiero subrayar que nos encanta cultura francesa, sus mujeres lindas y siempre vestidas a la última moda (la moda también es un invento de los franceses). Usamos los carros Renault, etc. Pero que no vengan a matarnos.
Ese es el único problema que tenemos con los franceses.
Durante la Segunda Guerra Mundial en el frente oriental murieron más franceses, que entre las filas del movimiento de la Resistencia. Las tropas alemanas, que marchaban hacia Moscú en 1941, fueron compuestas por 4 batallones franceses y cerca de Borodinó, el mariscal de campo alemán von Kluge les arengó, recordándoles que en los tiempos de Napoleón los franceses y los alemanes lucharon aquí juntos contra los rusos. Al día siguiente los franceses se lanzaron al combate, pero no lograron resistir ni un solo contraataque ruso y fueron derrotados completamente. Los que quedaron vivos, fueron retirados por los alemanes al Occidente.
Espero, que los ataques franceses jamás se repitan, a menos que se trate de ataques de amor.
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