Hace poco el alcalde de Moscú, con 18 años de experiencia en el gobierno de la ciudad, ha sido depuesto. Lo han echado a la calle de una manera muy teatralizada y educativa para otros elementos de nuestro sistema político y también para distraer un poco al populacho (al haber mostrado una serie de películas comprometedoras). Es que hipocresía del alcalde Yuri Luzhkòv tocó su límite: todo el mundo sabe que su esposa, Elena Batùrina, llegó a ser la mujer más rica del país por ser respaldada en “sus” proyectos inmobiliarios por su humilde marido. «Si no fuera mi esposa, sería aun más rica”, suelen decir en estos casos los ladrones de todos los países. Sin necesidad de hablar de su esposa, hay otras reclamaciones (igual como hay ciertos méritos). Pero la fiesta de 18 años se acabó bajo el pretexto de la “pérdida de confianza”. Los pretextos no tienen mucha importancia. Lo interesante es la substitución de la élite moscovita iniciada desde el Kremlin. Y por eso llaman tanto la atención los primeros pasos de los nuevos comandantes de la capital. Y en este ámbito nos interesa sobre todo el aspecto arquitectónico y el de la vida cotidiana de la ciudad. ¿Habrá algunos cambios?
Hay que entender que durante las reformas neoliberales de los últimos 20 años, Moscú se ha convertido en los “Establos de Augìas” de la Rusia Demócrata. Una de las ciudades más caras del mundo, paralizada por los embotellamientos, cuya infraestructura apenas aguanta a tanta gente que viene de todas partes de la desarticulada URSS a la capital, en búsqueda de trabajo. El mercado de viviendas de esta manera se ha hecho una mina de oro para los especuladores. Los precios de la vivienda en Moscú desde 2006 están por los cielos. Cada pedazo de tierra en la ciudad puede convertirse en un motivo para el asesinato. Claro que muy pronto la ciudad ha sido cubierta con edificios feos, de mala calidad, pero super rentables para sus dueños. El encanto tanto del Moscú antiguo, como del Moscú estaliniano, se ha desvanecido gracias a las actividades primitivas del mercado salvaje. ¡Que bonito esta Moscú! ¡Tantos carteles! ¡Coches de lujo, boutiques de marca, iluminación, prostitución infantil, mendigos en las calles! Desgraciadamente los moscovitas en parte no estaban en contra del vandalismo “demócrata”, que sufría nuestra querida fortaleza del totalitarismo.
Sin embargo, las élites de la arquitectura, y las ONGs dedicadas al salvamento de la arquitectura de Moscú estaban alertas, y gracias a sus guardias, están a salvo muchos edificios antiguos en el centro que corrían el peligro de ser devorados por la esposa tan talentosa del alcalde. Bueno, el conflicto entre la arquitectura de Moscú y el alcalde se hizo muy notable. Y por eso los primeros pasos de la nueva alcaldía fueron dirigidos hacia la razón estética, y claro, resultaron muy populares.
Fíjense:
El alcalde interino Vladimir Rezin (otrora cómplice del alcalde despedido por la pérdida de confianza) enseguida ha ofrecido pensar en el traslado del monumento a Pedro el Grande. Es que “Pedro El Grande” es una de las obras más odiosas, fue erigida en Moscú por un amigo cercano al alcalde fracasado - un tal Zuràb Zereteli. Según las malas lenguas, Zereteli primero había esculpido un Cristobàl Colòn y lo quiso vender a España, pero no logró venderlo ni a Latinoamérica. Para consolar a Zereteli el ex alcalde Luzhkòv le permitió instalar su pedazo de bruto en uno de los mejores lugares de la ciudad. Asì en el ùltimo momento Cristobal fue modificado en Pedro. Fue como meter un clavo en un icono. Sería mejor si el ex alcalde esperara un poco, porque al fin y al cabo Costa Rica aprobó la instalación de un Cristóbal Colón hecho por Zereteli, y eso tal vez evitara la aparición de Pedro el Grande en el lugar más inadecuado de Moscú. De todos modos, la promesa del traslado de “Pedro el Grande” animó bastante a la ciudad. Surgió entonces la idea de que unos bancos, juntos, estarán gustosos de realizar este traslado por su propia cuenta, y asi, de esta forma, podrian hacer su propaganda. Además, ha aparecido la esperanza de que las demás esculturas de Zereteli, en un futuro próximo, también quedarán la fuera de la ciudad eterna, porque según muchos moscovitas son traumas horribles para la capital. Además se despertó el interés de la alcaldía con respecto a los varios objetos del patrimonio nacional, cuyo destino está en peligro.
La siguiente decisión del gobierno provisional de Moscú fue liberar el casco histórico de la publicidad exterior. El volumen de los carteles en total tendrá que disminuirse en el 20%. La porquería de los carteles afecta mucho a los ciudadanos sin hablar de los que provocan accidentes. Bueno, el 20% no es mucho, pero sin duda alguna solamente la mención de este tema hace al poder nuevo popular.
Al fin y al cabo, desde el Kremlin acaban de nombrar al gobernador (en el caso de Moscú se llama “alcalde”); su candidatura ya ha sido aprobada por el parlamento de la ciudad, y no es sorprendente que una de las primeras declaraciones del candidato a la alcaldìa Sergei Sobianin haya sido la siguiente: “El proyecto de Moscow-City fue un error de urbanistica”, es decir, que Sobianin critica los “milagros” de la arquitectura, que heredó de su antecesor. Moscow-City – es un montón de “cacas” de vidrio, que obviamente fue levantado en el centro de la ciudad para que pudiera ser visto desde todos lados. Una competencia tonta con los árabes quien va a construir el rascacielos más alto del mundo. Además Sobianin criticó la política de la construcción de los edificios insertados entre los masivos arquitectónicos, ya formados históricamente. Tambièn mandò a desmontar las construcciones ilegales a lo largo de las carreteras para que sea posible ensancharlas, etc.
No quiero decir que el nuevo alcalde será mejor que los de siempre. No. Solamente saco la conclusión, de que los rusos están hartos de la política urbanística neoliberal, que consiste en el pisotear los intereses del ciudadano a favor de los intereses del capital. Y claro, que el recién nombrado gobierno de Moscú está aprovechando este descontento. Vamos a ver si puede cumplir con sus promesas. Ojala que nos encontremos muy pronto en un Moscú sin tráfico, sin ejércitos de los inmigrantes ilegales, sin edificios feos, sin publicidad, sin desigualdad, es decir limpia de la contaminación visual, sónica, atmosférica y social.
A juicio de muchos expertos todo esto es imposible sin trasladar la capital a otra ciudad. Para salvar Moscú, hay que quitarle el estatus de capital, o lograr dar impulso a otras ciudades del país para descargar la Tercera Roma.
Sin embargo, las élites de la arquitectura, y las ONGs dedicadas al salvamento de la arquitectura de Moscú estaban alertas, y gracias a sus guardias, están a salvo muchos edificios antiguos en el centro que corrían el peligro de ser devorados por la esposa tan talentosa del alcalde. Bueno, el conflicto entre la arquitectura de Moscú y el alcalde se hizo muy notable. Y por eso los primeros pasos de la nueva alcaldía fueron dirigidos hacia la razón estética, y claro, resultaron muy populares.
Fíjense:
El alcalde interino Vladimir Rezin (otrora cómplice del alcalde despedido por la pérdida de confianza) enseguida ha ofrecido pensar en el traslado del monumento a Pedro el Grande. Es que “Pedro El Grande” es una de las obras más odiosas, fue erigida en Moscú por un amigo cercano al alcalde fracasado - un tal Zuràb Zereteli. Según las malas lenguas, Zereteli primero había esculpido un Cristobàl Colòn y lo quiso vender a España, pero no logró venderlo ni a Latinoamérica. Para consolar a Zereteli el ex alcalde Luzhkòv le permitió instalar su pedazo de bruto en uno de los mejores lugares de la ciudad. Asì en el ùltimo momento Cristobal fue modificado en Pedro. Fue como meter un clavo en un icono. Sería mejor si el ex alcalde esperara un poco, porque al fin y al cabo Costa Rica aprobó la instalación de un Cristóbal Colón hecho por Zereteli, y eso tal vez evitara la aparición de Pedro el Grande en el lugar más inadecuado de Moscú. De todos modos, la promesa del traslado de “Pedro el Grande” animó bastante a la ciudad. Surgió entonces la idea de que unos bancos, juntos, estarán gustosos de realizar este traslado por su propia cuenta, y asi, de esta forma, podrian hacer su propaganda. Además, ha aparecido la esperanza de que las demás esculturas de Zereteli, en un futuro próximo, también quedarán la fuera de la ciudad eterna, porque según muchos moscovitas son traumas horribles para la capital. Además se despertó el interés de la alcaldía con respecto a los varios objetos del patrimonio nacional, cuyo destino está en peligro.
La siguiente decisión del gobierno provisional de Moscú fue liberar el casco histórico de la publicidad exterior. El volumen de los carteles en total tendrá que disminuirse en el 20%. La porquería de los carteles afecta mucho a los ciudadanos sin hablar de los que provocan accidentes. Bueno, el 20% no es mucho, pero sin duda alguna solamente la mención de este tema hace al poder nuevo popular.
Al fin y al cabo, desde el Kremlin acaban de nombrar al gobernador (en el caso de Moscú se llama “alcalde”); su candidatura ya ha sido aprobada por el parlamento de la ciudad, y no es sorprendente que una de las primeras declaraciones del candidato a la alcaldìa Sergei Sobianin haya sido la siguiente: “El proyecto de Moscow-City fue un error de urbanistica”, es decir, que Sobianin critica los “milagros” de la arquitectura, que heredó de su antecesor. Moscow-City – es un montón de “cacas” de vidrio, que obviamente fue levantado en el centro de la ciudad para que pudiera ser visto desde todos lados. Una competencia tonta con los árabes quien va a construir el rascacielos más alto del mundo. Además Sobianin criticó la política de la construcción de los edificios insertados entre los masivos arquitectónicos, ya formados históricamente. Tambièn mandò a desmontar las construcciones ilegales a lo largo de las carreteras para que sea posible ensancharlas, etc.
No quiero decir que el nuevo alcalde será mejor que los de siempre. No. Solamente saco la conclusión, de que los rusos están hartos de la política urbanística neoliberal, que consiste en el pisotear los intereses del ciudadano a favor de los intereses del capital. Y claro, que el recién nombrado gobierno de Moscú está aprovechando este descontento. Vamos a ver si puede cumplir con sus promesas. Ojala que nos encontremos muy pronto en un Moscú sin tráfico, sin ejércitos de los inmigrantes ilegales, sin edificios feos, sin publicidad, sin desigualdad, es decir limpia de la contaminación visual, sónica, atmosférica y social.
A juicio de muchos expertos todo esto es imposible sin trasladar la capital a otra ciudad. Para salvar Moscú, hay que quitarle el estatus de capital, o lograr dar impulso a otras ciudades del país para descargar la Tercera Roma.