
Es que la biografía de Pímenov representa una traectoria ejemplar del pintor soviético: pasó su niñez en la Galería Tretiakov, junto con Deyneka graduó en la Vjutemas, después fue uno de los creadores de la Asociación de los pintores de caballete (así llamados “stankovisti”, expresionistas soviéticos, que cantaban la realidad de la URSS) y con años Pímenov pasó al neoimpresionismo. Y como su tema favorito fue la vida cotidiana de la capital de la URSS, con frecuencia lo llaman el cantante del nuevo Moscú (es decir del Moscú soviético).
Al mismo tiempo mientras los oligarcas se pelean en las subastas por conseguir un Pímenov, las compañías medianas se apuran a apropiarse de las marcas comerciales soviéticas – resulta que los ciudadanos de Rusia y de las demás 14 ex repúblicas prefieren los productos soviéticos a los extranjeros – sobre todo si hablamos de los productos alimenticios, porque su calidad queda insuperable por las marcas extranjeras. Esta situación llega al absurdo cuando unas compañías extranjeras se cubren con las marcas soviéticas para mejorar sus índices en Rusia.
Así que nostalgia en ruinas de la URSS es universal: se apodera tanto de las víctimas, como de los criminales, tanto en nivel del arte, como en nivel de la nutrición.
P.S.
Sin embargo respecto a los electodomésticos, ropa y coches la situación es inversa: las empresas productoras rusas, que trabajan en estos mercados, suelen cubrirse con alguna marca escrita en latín, fingiendose como si fueran las extranjeras, porque los rusos de ropa y coches prefieren los productos occidentales. Pero sin hablar de los coches y ropa, solo miren eso:
Excelentes obras. Normal que las compren esos criminales sepultureros.
ResponderEliminarOs robaron el dinero y también el arte. Dónde colocan esos cuadros, ¿en sus casas? ¿Encima de la tele? Eso sí que es mal gusto, como Medvedev bailando American boy.
Saludos.
nos roban lo soviético, pero al mismo tiempo invierten mucho en el arte religioso (iglesias, repatriación de los iconos y las joyas vendidos por los soviéticos en el periodo del bloqueo), igual que gastan mucho en el arte moderno (Abramovich abrió unas galerias tipo clubes, donde sus amantes pueden filosofear y descansar después de trabajo).
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