Como la piedra angular de la sociedad moderna es el “mercado”, es lógico que hoy día todo el mundo se haya vuelto loco con el consumismo: cada uno quiere tener un jeep negro y ser escoltado por una Pamela Anderson (las relaciones sexuales se han hecho objeto de consumo también). De todos modos ahora es difícil imaginar que las cosas puedan andar de otra manera.
A grosso modo, la vida está centrada hacia la calidad de satisfacción del estómago y el sexo. Pero no siempre ha sido así, tenemos muchos ejemplos de otros sistemas de valores.
Los mismos soviéticos trataron de inculcar otros principios: la piedra angular de su sociedad fue la “universidad”. Nuestras películas se trataban de las proezas científicas e hicimos nuestros héroes a los cosmonautas.
La idea del avance científico se encarnó en el descubrimiento del cosmos. Ahora escribiendo estas líneas yo entiendo qué cuán lejos de esto estamos ahora: tan lejos, que suena un poco aburrido, igual que la problemática de la escritura maya (ojalá que no sea así).
Sea como sea: la gente soviética estaba loca por las ciencias. El mundo que nos rodeaba era todo una llamada a estudiar, descubrir y humanizar. La vida estaba centrada hacia el cosmos (tanto exterior, como interior: casi en cada ciudad, a la par de un teatro dramático otro lugar de importancia era un planetario). ¡Es que no siempre hemos tomado tanto vodka como se ha estado haciendo desde los 90’s!
Igual que la defensa de la agresión occidental, el cosmos se convirtió en el motor de la economía y de la propaganda soviética. Y esto no fue tan caro como suelen repetir los regresistas (en los 80 circulaba la idea de que los dispendiosos programas cósmicos impedían a los ciudadanos soviéticos disfrutar de la observación de las centenas de marcas del salchichón en el almacén).
Para demostrarlo, voy a citar el artículo “¿A dónde va la cosmonáutica soviética?”, publicado en la revista de la Asociación “Ciencia” en la serie “Cosmonáutica, astronomía”, №4, de 1994:
“…en el producto nacional bruto de 1989 los gastos para el cosmos fueron solamente un 0,26%. Para la comparación notamos que esto es 10 veces menor que los gastos de un solo Ministerio de recursos hídricos en el mismo año y 5 veces menor que la ayuda prestada gratis por la Unión Soviética a otros países en este año.
[…]
En el año financiero 1989 para los programas cósmicos en nuestro país fueron asignados 6.9 mil millones de rublos: 1.7 mil millones - para los objetivos de la economía popular y para los de investiación y 3.9 mil millones para los objetivos defensivos. Los trabajos del proyecto “Burán” costaban 1.3 mil millones de rublos.
[…]
En 1988 la ganancia obtenida de la realización de estos programas fue unos 2 mil millones de rublos. Es importante subrayar las direcciones de las investigaciones cósmicas para la economía popular de las cuales fue obtenida la ganancia.
Según los datos del Ministerio de Comunicaciones, el efecto económico de la explotación de los sistemas de los satélites “Órbita”, “Ekrán” y “Moskvá” fue de 540 millones de rublos. Los sistemas de satélites meteorológicos permiten reducir el daño causado por los fenómenos naturales, aproximadamente por 500-700 millones de rublos al año. Las investigaciones complejas de la materia prima desde el cosmos dan el efecto económico de 350 millones de rublos cada año. Según las estimaciones de la Agencia Principal del Cosmos de la URSS, en un futuro cercano este efecto va a crecer hasta mil millones de rublos. Las fotos cósmicas, por ejemplo, permiten aliviar la búsqueda de los nuevos yacimientos de materia prima y aseguran la disminución del costo de los trabajos de la prospección geológica regionales por 15-20%. La cartografía cósmica da la posibilidad de la óptima selección de las variantes más económicas y más seguras ecológicamente de los proyectos de construcción civil y industrial. Según las estimaciones, un rublo de los gastos en las fotos cósmicas da la ganancia de 5 rublos.
[…]
En 1988, las ganancias obtenidas por los renglones pacíficos del presupuesto de cosmonáutica superaron por primera vez los gastos para ellos (recordemos las cifras: 2 y 1.5 mil millones respectivamente).”
Ya han notado ustedes, que los rusos no usamos las palabras “espacio”, “espacial” (“space” en inglés), etc. – preferimos “cosmos” y “cósmico”. “Cosmos” lleva en sí algo más serio, incluso sagrado, que el más utilitario término “espacio”. “Cosmos” fue el núcleo del proyecto soviético, fue el desafío metafísico de la URSS. Les quiero recordar las ideas de los primeros filósofos-cosmistas: “vencer la muerte” (Fyodorov), colonizar los sistemas de otros soles para el tiempo, cuando el sol nuestro empiece a morir (Tsiolkovski).
Y por supuesto, había que escupirle mucho a nuestro cosmos para borrar este concepto de la conciencia rusa. Aparecieron los libros que ridiculizaban nuestro cosmos, libros que nos explicaron que nuestras naves cósmicas eran simplemente una chatarra y los pobres cosmonautas-esclavos se vieron obligados a pedalear mucho para hacer esta chatarra despegarse de la tierra. Los libros inspiraron a los “mejores” directores de cine y últimamente nos filmaron algo de “cine cósmico”, cuya tarea principal es desacralizar nuestro cosmos: Los primeros en la Luna (Первые на Луне), Un soldado de papel (Бумажный солдат), etc. La trama siempre es la misma: el protagonisa es un esclavo perdido, perplejo, apretado en la prensa de un estado totalitario, que participa en el llamado “proyecto cósmico soviético”, es decir en la fabricación de los llamados cohetes cósmicos a base de estiércol, en los cuales los cosmonautas vuelan irrevocablemente, pedaleando los mecanismos antediluviales…
No es sorpendente que en los 90’s los seguidores de Eltsin al pie de la letra echaron el transbordador cósmico “Burán” a la calle – unos artículos de Burán fueron destruidos, uno está en conservación (semiconstruido), un “Burán” está en el museo de Baikonúr (Kazajstán), una maqueta de entrenamiento está en el museo de Speyer (Alemania), el otro está en el Parque Gorki. El último – el “Burán”-moscovita - es un “Burán” callejero, un recuerdo de nuestro pecado capital, él nos observa desde la orilla del río Moscova, preguntando: “¿Qué hicieron conmigo, canallas?”. - No hicimos nada, - responden los moscovitas, - solamente te echamos a la calle, ahora nos interesa la putería cósmica, ¡esto es el verdadero negocio – TU-RIS-MO ES-PA-CI-AL! Lo único que nos faltaría es que hundiéramos la estación cósmica “Mir” en el río Moscova al lado del desolado “Burán” (la estación Mir murió en 2001 al cumplir 15 años, pero muchos dirían que la asesinaron).
De todos modos, los logros de la cosmonáutica soviética son indiscutibles: basta con decir que la NASA, por lo menos conforme a los acuerdos actuales, va a usar nuestra nave “Soyuz” hasta 2016 para transportar las cargas y sus “astronautas” a la Estación Espacial Internacional.
Pero en general el “cosmos ruso” está muy mal. El sistema global de navegación por satélite (GLONASS – contrapartida soviética al GPS y al Galileo), que debería empezar su funcionamiento a principios de los 90’s, aun no está desplegado por completo. Hace poco, la Agencia Cósmica Federal perdió 3 satélites de GLONASS por alguna falla, de la cual todavía no sabemos mucho.
Y sin embargo todavía en Rusia hay entusiastas del renacimiento del proyecto cósmico. Unos ofrecen, por ejemplo, trasladar la capital de Rusia de Moscú a la ciudad Svobodni, que se sitúa en lejano oriente – esta ciudad es famosa por la idea de construir allí un nuevo cosmódromo (en vez de Baikonur, que se quedó en Kazajstán y que alquilamos), y el cosmódromo en Svobodni, según unos expertos, podría ser un nuevo punto de aglutinación de nuestras heridas, otra vez la industria cósmica podría volver a ser el motor de nuestra economía.
Además hay otras señales de vida del “cosmos ruso”: el proyecto Marte-500, que tiene que demostrar la posibilidad del viaje al planeta rojo, el proyecto de un motor nuclear para los viajes interplanetarios, etc.
Lo principal es guardar la memoria sobre nuestro cosmos, y para esto ya hicimos algo –me refiero a la reconstrucción del Museo Memorial de la Cosmonautica en Moscú-. A veces nuestro museo se compara con sus hermanos de Inglaterra o de EE.UU. ¡Por favor! ¡El nuestro es el mejor! ¡Vengan y asegúrense!
Logros indiscutibles, sin duda. Al menos para las personas honestas. Pero escupir escupen, por todos lados. Aunque es verdaderamente difícil negar lo innegable. Quizás en las próximas cinco décadas, si es que no nos matan antes, lo consigan.
ResponderEliminarPor cierto, este debate de la tele rusa tuvo que estar interesante. Aunque apenas entiendo unas palabras, parece ser que hablan de Stalin, totalitarismo y demás. Te lo dejo por si no lo has visto.
http://www.youtube.com/watch?v=P1bFNO2-G4g&feature=feedu
Una gean hazaña de la humanidad... aunque algunos ahira la ningunean...
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