Uno de los más leales defensores de derechos en Rusia Mijail Fedótov (ministo de propaganda en 1992-1993, sercretario de la Unión de periodistas desde 1998) a finales de 2010 lanzó la iniciativa de desestalinizar el país. Como si no hubiera otros problemas más serios. La idea encantó al joven presidente Dmitri Medevédev – muchacho no sabía, que ya nos estamos desestalinizando sin cesar desde la llegada de Jrushchov y sobre todo durante los últimos 25 años. Está bien, y Medvédev nombra a Fedótov como jefe del Consejo adjunto al presidente para el desarrollo de la sociedad civil.
Hay que decir, que en Rusia no pasa ni un día sin cubrir de fango el período de Stalin, en este sentido estan hechos el programa escolar, todas las películas a partir de los 60, en este sentido trabajan los redactores de la mayoria aplastante de los medios de comunicación – como si estuvieramos de acuerdo con la idea de igualar el stalinismo con el nazismo, que surgió dentro de la Asamblea parlamentaria de la OSCE.
“A ver, cada intento de pisotear a Stalin se acaba con aumento de la cantidad de los stalinistas, - opina el escritor Alejandro Projánov. – Que bien, que han publicado el plan de destalinzación, ya que muy pronto Rusia se volverá absolutamente stalinista”.
El politólogo Sergio Kurginian ha opuesto a esa enésima onda desestalinizadora la idea de organizar una Liga Antidifamación: “Hay que dedicarnos no solo a la protección de la historia soviética, sino de nuestra historia en general. Lo soviético simplemente esta en la zona de alto riesgo. Y por eso hay que trabajar en esta linea apartadamente y hay que entender, que cuando lo destruyan, ya no se quedará nada. Cuando acaben con Stalin, la tomarán con Alejandro de Neva, Pedro el Grande, alguien más…”.
El plan de destalinización como tal ya se encarnizó en el proyecto del programa estatal de la “Perpetuación de la memoria de las víctimas del régimen totalitario y la Reconciliación Nacional”. Según este proyecto, elaborado por el Consejo para el desarrollo de la sociedad civil, se supone lo siguiente:
- retirar el cuerpo de Lenin del Mausoleo
- prohibir a los funcionarios del gobierno cuestionar o justificar el régimen totalitario en público
- prohibir eternizar la memoria de las personas responsables por las represalias masivas
- hacer tradicional la intervención del presidente en el Día de la memoria de las victimas de las represalias políticas, el cual en su turno también habrá que establecer, etc.
Claro, que el “régimen totalitario” es un eufemismo. Por supuesto, los sectarios liberales se refieren a todo el período soviético. Pero es algo obvio, que si borramos el siglo XX de nuestra historia, nos quedarán solo estepa, vodka y balalaika. Es decir que la desestalinización es equiparable a la arcaización. Nuestros liberales en este sentido se parecen mucho a los fanáticos-islamistas de Asia, aunque se vistan de otra manera.
“Es curioso, que los que más afan tienen en desenmascarar el stalinismo son continuadores del estadista mucho más peligroso – Leiba Davidovich Bronshtein, - marca otra caracteristica del fenómeno el periodista Anatoli Vasserman. – No es casual que los autores de las modernas revoluciones de colores, igual como los neoconservadores más activos de la época de George Bush hijo, provienen de los círculos trotskistas. Es obvio, que bajo la consigna de “desestalinización” nos ofrecen el paso hacia la dirección trotskista del desarrollo, según la cual se suponía usar nuestro pueblo en calidad de la leña para la locomotora del progreso mundial, o en el mejor de los casos nos ofrecen rechazar todos los logros del país, empezando como lo minímo desde los mediados de los años 20, cuando Bronshtein perdió irremediablemente a Dzhugashvili en todas las discuciones dentro del partido – nos ofrecen rechazar todos los logros soviéticos mediante el arrepentimeinto eterno por lo, que una vez nos atrevimos a desarrollar”.
Hay que decir, que en Rusia no pasa ni un día sin cubrir de fango el período de Stalin, en este sentido estan hechos el programa escolar, todas las películas a partir de los 60, en este sentido trabajan los redactores de la mayoria aplastante de los medios de comunicación – como si estuvieramos de acuerdo con la idea de igualar el stalinismo con el nazismo, que surgió dentro de la Asamblea parlamentaria de la OSCE.
“A ver, cada intento de pisotear a Stalin se acaba con aumento de la cantidad de los stalinistas, - opina el escritor Alejandro Projánov. – Que bien, que han publicado el plan de destalinzación, ya que muy pronto Rusia se volverá absolutamente stalinista”.
El politólogo Sergio Kurginian ha opuesto a esa enésima onda desestalinizadora la idea de organizar una Liga Antidifamación: “Hay que dedicarnos no solo a la protección de la historia soviética, sino de nuestra historia en general. Lo soviético simplemente esta en la zona de alto riesgo. Y por eso hay que trabajar en esta linea apartadamente y hay que entender, que cuando lo destruyan, ya no se quedará nada. Cuando acaben con Stalin, la tomarán con Alejandro de Neva, Pedro el Grande, alguien más…”.
El plan de destalinización como tal ya se encarnizó en el proyecto del programa estatal de la “Perpetuación de la memoria de las víctimas del régimen totalitario y la Reconciliación Nacional”. Según este proyecto, elaborado por el Consejo para el desarrollo de la sociedad civil, se supone lo siguiente:
- retirar el cuerpo de Lenin del Mausoleo
- prohibir a los funcionarios del gobierno cuestionar o justificar el régimen totalitario en público
- prohibir eternizar la memoria de las personas responsables por las represalias masivas
- hacer tradicional la intervención del presidente en el Día de la memoria de las victimas de las represalias políticas, el cual en su turno también habrá que establecer, etc.
Claro, que el “régimen totalitario” es un eufemismo. Por supuesto, los sectarios liberales se refieren a todo el período soviético. Pero es algo obvio, que si borramos el siglo XX de nuestra historia, nos quedarán solo estepa, vodka y balalaika. Es decir que la desestalinización es equiparable a la arcaización. Nuestros liberales en este sentido se parecen mucho a los fanáticos-islamistas de Asia, aunque se vistan de otra manera.
“Es curioso, que los que más afan tienen en desenmascarar el stalinismo son continuadores del estadista mucho más peligroso – Leiba Davidovich Bronshtein, - marca otra caracteristica del fenómeno el periodista Anatoli Vasserman. – No es casual que los autores de las modernas revoluciones de colores, igual como los neoconservadores más activos de la época de George Bush hijo, provienen de los círculos trotskistas. Es obvio, que bajo la consigna de “desestalinización” nos ofrecen el paso hacia la dirección trotskista del desarrollo, según la cual se suponía usar nuestro pueblo en calidad de la leña para la locomotora del progreso mundial, o en el mejor de los casos nos ofrecen rechazar todos los logros del país, empezando como lo minímo desde los mediados de los años 20, cuando Bronshtein perdió irremediablemente a Dzhugashvili en todas las discuciones dentro del partido – nos ofrecen rechazar todos los logros soviéticos mediante el arrepentimeinto eterno por lo, que una vez nos atrevimos a desarrollar”.